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RESUMEN | "La fila de los domingos" de Martín Blasco | Levemente Fantástico

Writer: todomenosleertodomenosleer

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Les dejo este resumen de La fila de los domingos, hecho por mí. Y más abajo van a encontrar el análisis completo del cuento.

Resumen: "La fila de los domingos"

La protagonista, una mujer joven y algo vaga, se acaba de mudar a un nuevo barrio. Su departamento está en completo desorden: cajas sin abrir, muebles sin armar, y solo ha sacado el colchón donde duerme, aunque ni siquiera le ha puesto sábanas. Es una persona despreocupada, que evita las tareas domésticas y busca siempre atajos para simplificar su vida. Su hermana suele decir que parece "desmaterializarse", dejando montones de ropa sucia donde estuvo. La protagonista justifica su vagancia diciendo que la vida es demasiado corta para preocuparse por cosas como recoger la ropa.


Un domingo, decide salir a explorar su nuevo vecindario. Mientras camina, se cruza con una larga fila de personas esperando frente a una panadería. La escena le llama la atención, pero no lo suficiente como para detenerse. Continúa su paseo y se olvida del asunto. Durante la semana, pasa varias veces por la panadería y nota que está vacía, lo que contrasta con la escena del domingo. Esto aumenta su curiosidad: ¿por qué la gente hace cola solo los domingos? ¿Será que regalan algo o hay alguna oferta especial? Sin embargo, no se detiene a investigar.


Su casa sigue siendo un desastre. Ni siquiera ha enchufado la heladera, y decide usarla como biblioteca temporal, ya que había metido sus libros dentro para ahorrar espacio durante la mudanza. Le parece gracioso abrir la heladera y preguntarse qué "libro" comerá ese día, un chiste privado que le divierte. Aunque es vaga, también es práctica, y su hermana suele decir que su cerebro busca siempre maximizar los recursos.


El segundo domingo, decide salir temprano a caminar, ya que no ha estado durmiendo bien en su nuevo departamento. Los ruidos de los vecinos y la falta de sábanas en su cama la mantienen despierta. Al llegar a la panadería, se encuentra con otra larga fila de personas. Intrigada, decide preguntar a una señora que espera pacientemente. Con una sonrisa cordial, le pregunta: "¿Qué regalan?". La señora la mira con frialdad y le responde que no regalan nada. La protagonista se siente avergonzada, pensando que quizás son personas necesitadas, pero al observar a la gente en la fila, nota que hay personas de todas las clases sociales, incluyendo a la señora, que lleva un tapado fino y un celular de última generación. La señora le explica que está allí para comprar medialunas, y la protagonista se va, convencida de que la gente está loca por hacer cola para algo tan común.


A pesar de su escepticismo, la imagen de la fila frente a la panadería no deja de rondar en su mente. Se pregunta si las facturas o el pan son realmente tan buenos como para justificar semejante convocatoria. Investiga un poco y descubre que hay otras cinco panaderías en el barrio, pero ninguna tiene filas como esta. Decide ir un martes por la mañana para probar los productos. La panadería está vacía y tiene un aspecto triste. Le pregunta a la joven que atiende si el pan es fresco y si tienen alguna especialidad. La chica le asegura que todos los productos son de alta calidad y se preparan diariamente. La protagonista compra una gran cantidad de productos: pan, facturas, galletitas de queso, chipas y hasta una prepizza. Al preguntar si son los mismos productos que venden los domingos, la chica le responde con una sonrisa misteriosa que sí, son los mismos.


De vuelta en casa, la protagonista se dispone a probar todo lo que ha comprado. Sin embargo, queda profundamente decepcionada. Los productos son comunes, nada especial. El pan es correcto, la prepizza desabrida, las facturas no la sorprenden y los chipas le parecen mediocres. No entiende por qué la gente hace cola los domingos para comprar algo tan ordinario. A pesar de su decepción, el tema sigue obsesionándola. No puede dejar de pensar en la panadería y en la fila de personas que esperan pacientemente cada domingo.


Finalmente, decide volver a la panadería un domingo para descubrir el misterio. Cuando llega y ve la fila, ve a una joven salir de la panadería con lágrimas en los ojos pero con una expresión radiante. La protagonista le ofrece comprarle lo que haya comprado, pero la joven se ríe y le regala el paquete, que contiene tres medialunas. La protagonista prueba una y confirma que es igual a las que compró el martes: una medialuna común y corriente. Frustrada, tira el paquete a la basura y se dispone a irse, sintiendo un profundo odio hacia la panadería, la harina y la humanidad en general.


Sin embargo, no puede irse sin resolver el misterio. Se acerca a la última persona de la fila, un hombre, y le pregunta por qué están haciendo cola. El hombre, risueño, le responde en voz baja: "No venimos por las facturas ni por el pan, señorita. Venimos por los consejos del panadero". La protagonista queda perpleja, pero decide quedarse en la fila. Después de tres horas de espera en silencio, finalmente entra a la panadería.


Dentro, conoce al panadero, un hombre mayor de pelo gris y mirada bondadosa. Le explica que no quiere comprar nada, sino que ha venido por sus consejos. El panadero le pregunta sobre qué necesita que la aconseje, y la protagonista le dice que sobre cualquier cosa, que sólo necesita un consejo. El hombre responde con sabiduría, diciéndole que no debe hacer fila solo porque otros lo hacen.


El enojo y la frustración la invadieron por completo. Era una sensación desesperante, abrumadora. Sin embargo, algo en la mirada del panadero, algo profundo y tranquilizador, hizo que se quedara allí, incapaz de irse. Sin entender bien por qué, de repente se encontró llorando, con un llanto intenso, como no lo había hecho en mucho tiempo. Algo dentro de ella se quebró, se abrió, y por primera vez, frente a la sonrisa amable y comprensiva del panadero, comenzó a hablar de lo que realmente la estaba afectando, de aquello que le carcomía por dentro. Y, finalmente, comenzó a hablar de vos.


Análisis de la historia: "La fila de los domingos"

La historia

El relato está construido sobre una estructura clásica de misterio. Se nos presenta un hecho intrigante —la fila de los domingos— y seguimos a la protagonista en su intento de resolverlo.

El conflicto se desarrolla en distintos niveles: primero, la simple curiosidad; luego, la frustración cuando descubre que los productos no tienen nada especial; y finalmente, la revelación de que lo importante no era lo material, sino la experiencia.

El desenlace es sutil, no ofrece una resolución definitiva, sino que nos deja con más preguntas que respuestas. Sabemos que la gente acude por los consejos del panadero, pero nunca llegamos a escuchar qué clase de palabras ofrece. El cuento nos invita a imaginarlo y, en cierto sentido, nos convierte en la protagonista: estamos igual de intrigados que ella y quedamos en la incertidumbre.


La protagonista

La protagonista es el motor del relato, y su evolución es clave para el efecto del cuento. Al principio, es una observadora externa, alguien que se topa con un fenómeno extraño y decide ignorarlo. Sin embargo, la repetición del evento despierta su curiosidad y, más adelante, su obsesión. A pesar de que intenta racionalizar la situación —buscando explicaciones lógicas como una oferta especial o un pan excepcional—, no puede evitar sentir que hay algo más.

Su actitud es escéptica, casi burlona al inicio: se muestra frustrada cuando los productos son comunes y rechaza la idea de que algo tan ordinario como una panadería pueda tener un significado más profundo. Su mayor momento de incredulidad ocurre cuando ve a la joven llorando después de comprar medialunas. Para ella, ese nivel de emoción no tiene sentido, así que intenta desmontar la idea con una prueba empírica: comprarle las medialunas para comprobar que no hay nada mágico en ellas. Sin embargo, este acto termina volviéndose una experiencia desconcertante para ella misma.

Cuando finalmente entra en la fila y espera su turno, hay un cambio en su actitud. Pasa de la incredulidad al silencio, de la resistencia a la entrega. En ese momento, ya no está buscando una explicación lógica: está dispuesta a vivir la experiencia por sí misma. Sin embargo, el cuento termina justo cuando está por recibir su respuesta, dejándonos con la incógnita de qué encontrará.


Lo fantástico

El cuento juega con un tipo de lo fantástico que no radica en lo sobrenatural, sino en la ambigüedad. En ningún momento se nos dice que el panadero tiene poderes mágicos o que sus palabras transforman literalmente a las personas, pero la forma en que los clientes lo buscan, la fila paciente, las lágrimas de la joven y la respuesta del hombre sonriente nos sugieren que hay algo más allá de lo racional.

El misterio nunca se resuelve del todo, lo que refuerza la sensación de lo inexplicable. No sabemos qué palabras dice el panadero, si realmente cambia vidas o si todo es una ilusión colectiva. El cuento nos deja en la misma posición que la protagonista: justo en el umbral de la revelación, pero sin llegar a cruzarlo. Esta incertidumbre es lo que le da fuerza al relato, haciendo que el lector se quede pensando en él mucho después de haberlo terminado.


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